Cuando te falta el aire

¿Alguna vez ha sentido que les estrujan el corazón y hasta que se deshace y  se cae en mil pedazos? Yo sí. Demasiadas veces y no sólo por amor sino también por alguna desilusión de amigos, de trabajo e incluso por mi propia cuenta.

 

2873982784091284091823409123.jpg

La primera vez que me enamoré de verdad (o cual sea la definición «de verdad»), recién había salido de la universidad. Era un hombre mayor que yo y todo pintaba de maravilla hasta que me dijo «mejor solo que contigo». ¡Auch! Corazón roto cual plato de porcelana, pero sobreviví. Ahí les va otra: después de tocar puerta tras puerta para conseguir mi primer trabajo, por fin me llegó la oportunidad y ya estando dentro. ¡Auch! que siempre no por cuestiones internas ajenas a mi súper talento (nunca sabré). Los pedazos de corazón que había pegado con cinta aislante, volvieron a separarse y se fueron directo al suelo.

c3f8d5d2d2fb0b91af9a29d312b0dc61

En todas y cada una de esas situaciones he llorado a mares, recuerdo incluso haber tenido esa espantosa sensación de falta de aire que te hace dudar si aún vives o si estás bajo tierra. Quizá fue porque entre una decepción y otra no me dieron tiempo de pegar bien los pedazos, pero de que te sofocas, te sofocas. Lo cierto es que después de toda esa preocupación debe venir una ocupación y así es como aprendí que el tiempo es el pegamento más potente y no, no tiene que ver con las manecillas de reloj.

Vivimos en una época donde todo está a un ritmo tan acelerado que no hay tiempo darle al alma un respiro; una época donde dejar caer las lágrimas es signo de debilidad y donde el resto del mundo es indiferente ante el sufrimiento pues “no hay tiempo para perder el tiempo”.  ¿Por qué pretender ser de piedra? El dolor está y aunque “el tiempo lo cura todo”, no hay mejor remedio que soltarlo todo hasta secarse por completo y no sentir más pesar. Si el mundo está tan acelerado, ¿por qué darle tiempo al tiempo?, ¿no es mejor darle prisa al mal tiempo?.

1c5a9c77ddeecfdcdf0fa85c673b7348

Claramente no se trata de quedarse tendido durante horas, días y meses en la cama esperando a que un rayo de luz nos ilumine y nos resuelva la vida, sino que es cuestión de hacer una pausa para inhalar profundo todo aquello que nos da paz y exhalar con fuerza lo que nos perturba el sueño. Quizá esa pausa incluya un viaje a algún lugar lejano, o por lo menos una vuelta a la manzana de la casa para cambiar de aire. Quizá es más bien una pausa para estar solos, o para rodearnos de esas personas que nos reconfortan. Quizá es un espacio para charlar con aquellos que ya no están y que extrañamos pero que si cerramos los ojos y los llamamos con el corazón, nos abrazan

Sentir que nos rompemos por dentro no es signo de debilidad y mucho menos de inferioridad, es signo de que estamos vivos y que esa alma tan llena de emociones es la mayor fortuna que poseemos. Démonos tiempo de sentirla y entenderla. Abracemos el dolor pero no dejemos que nos consuma porque eso sí es dejarse vencer.

 

97f1dbb600c4022785148be8e861912b

Una respuesta a “Cuando te falta el aire

Deja un comentario